Para escoger las lámparas que usamos en las instalaciones eléctricas residenciales ayuda tomar en cuenta la Temperatura de Color.
La temperatura de color es una medida que se especifica en las lámparas y se refiere a la apariencia o tonalidad de la luz que emite la fuente luminosa. La forma en que vemos cierto ambiente depende de la tonalidad de la luz de la lámpara y es crucial para establecer una atmósfera de confort o frescura.
Aunque se mide en Kelvin, no estamos hablando de la temperatura que produce esta luz. Se refiere más bien al color que adquiere un cuerpo negro metálico calentado a una cierta temperatura medida en Kelvin. A medida que la temperatura aumenta, el color del cuerpo negro pasa al rojo, al anaranjado, al amarillo y al azul; por lo tanto, el matiz rojizo de una bombilla doméstica corresponde a una temperatura de color más baja que al azul de un día despejado.
Las fuentes de luz que percibimos rojizas o amarillentas tienen una temperatura de color debajo de los 3400 K y se denominan “luz cálida”, se usan en lugares donde se requiere un ambiente de hospitalidad y confort, por ejemplo, tiendas de ropa, hogar, restaurantes, etc.
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Fuentes de luz con temperatura de color de 3500 K se consideran neutras y comúnmente son usadas en lugares de trabajo, incluyendo oficinas, salas de conferencias, bibliotecas, escuelas.
Las fuentes de luz que percibimos blancas y brillantes o azuladas tienen una temperatura de color arriba de los 3600 K y la luz se denomina “luz fría”; se usa en aplicaciones industriales, oficinas, hospitales, etc.
La llamada “luz de día” es la que imita a la luz del sol que entra por una ventana. Corresponde a unos 5000 K y se usa en joyerías, imprentas, consultorios, hospitales.
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