Desde que el ser humano conoció y manejó el fuego lo ha aprovechado, entre otras cosas, para alumbrar los espacios en donde se ha encontrado. Al principio con la ayuda de antorchas y velas, luego con diferentes tipos de lámparas de aceite o gas, pero siempre buscando las mejores posibilidades de iluminación. Cuando se inventó la bombilla eléctrica se revolucionaron los conceptos de alumbrado y comenzó una disciplina que conjunta aspectos técnicos y artísticos, los cuales bien combinados pueden hacer de un sitio en particular, toda una experiencia que influya anímica y hasta psicológicamente en las personas.
Al diseñar el alumbrado siempre debemos buscar como fin principal proporcionar la luz suficiente para llevar a cabo las actividades propias de ese lugar con un ambiente adecuado, de lo contrario, los ojos se esforzarán de más y la consecuencia será que se fatiguen y su eficiencia se reduzca.
Para entender un poco más sobre la mejor forma de iluminar los diferentes espacios, explicaré primero un poco el funcionamiento de la visión y el ojo humano.
El ojo es como una cámara fotográfica convencional; cuando se toma una foto, el obturador se abre y el lente situado al frente de la cámara permite que la luz pase a través de él y se enfoque en la película, cuando la luz incide en la película la imagen se imprime.
El ojo trabaja de manera muy similar, las estructuras que se encuentran al frente del globo ocular (córnea, pupila y lente cristalino) son transparentes, lo que permiten que la luz pase cada vez que el párpado se abre. Su recorrido sigue por el espacio que existe en el interior del ojo llamado cavidad vítrea.
Los conos son los responsables de hacer la discriminación de los detalles finos y la percepción del color, son insensibles a los niveles bajos de iluminación y se encuentran principalmente cerca del centro de la retina, donde el ojo enfoca involuntariamente la imagen de un objeto que deba ser examinado minuciosamente (por ejemplo, al leer el periódico, ensartar una aguja, etc.).
Los bastones son receptores sensibles a niveles bajos de iluminación, no responden al color y se encuentran en el resto de la superficie de la retina; la parte más superficial de ésta no ofrece una visión precisa, pero es muy sensible al movimiento y a las oscilaciones luminosas. Dentro de los bastones se encuentra la púrpura retiniana, un líquido de color púrpura sensible a la luz que se decolora rápidamente cuando es expuesto a ella y es un factor importante en la adaptación a la oscuridad.
Ver también: 4 conceptos de iluminación en interiores
Las características que permiten que el ojo tenga un buen desempeño son:
- Acomodación: cuando el cristalino presenta su forma más aplanada es que el ojo enfoca objetos muy lejanos, conforme enfoca objetos más cercanos, el iris se empieza a curvar y adopta su forma convexa. Cuanto más cercano está el objeto, más convexo se vuelve el cristalino.
- Adaptación: el ojo se adapta a un amplio rango de niveles de iluminación, mediante el cambio en el diámetro de la pupila y algunas variaciones fotoquímicas en la retina el tamaño de la abertura de la pupila obedece a la cantidad de luz recibida por el ojo.
Existen cuatro variables o factores primarios de las que depende la visión en términos generales con respecto al objeto que se ve:
El tamaño del objeto: es el más importante, ya que cuanto más grande es un objeto con relación al ángulo visual (ángulo que se forma del ojo al objeto), más rápido puede ser visto. Cuando una persona acerca un objeto para verlo con más detalle, está actuando sobre el factor tamaño. Algunas veces la luz ejerce un efecto “amplificador” sobre los objetos, esto es porque se pueden apreciar mejor que con poca iluminación.
Brillo del objeto (luminancia): ver un objeto depende de la intensidad de luz que incida en él y de la proporción que se refleja hacia el ojo; así, una superficie blanca tendrá un brillo mucho mayor que una superficie oscura con los mismos niveles de iluminación. Una superficie oscura debe iluminarse más que una clara para ser vista.
Contraste: tan importante como el nivel general de luminancia es el contraste que existe entre la luminancia del objeto y el fondo, los objetos se aprecian mejor si el contraste es mayor.
Tiempo: para que el ojo pueda ajustarse de la mejor manera a las condiciones en que se encuentra, necesita de una tiempo adecuado; mientras más tiempo, mejor visión se tendrá. En el caso de la cámara fotográfica convencional, se puede tomar una fotografía con bajos niveles de iluminación siempre y cuando se compense con un mayor tiempo de exposición de la película. El factor tiempo cobra más relevancia cuando el objeto que se observa se mueve, los niveles de iluminación elevados hacen que parezca que los objetos se mueven más lento, lo que ayuda a aumentar su visibilidad.
El ojo humano ha evolucionado a través de los tiempos, antes se usaba casi por completo en la luz brillante del día y para una visión simple de largo alcance.
En la actualidad el hombre vive y trabaja normalmente en el interior de edificios y utiliza sus ojos con demasiada frecuencia y durante largas horas en condiciones de iluminación artificial y en trabajos delicados que exigen una constante acomodación. Un buen alumbrado puede mejorar las condiciones de trabajo del ojo y aliviarlo del esfuerzo en trabajos difíciles por su precisión y duración.
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